Los/as psicólogos/as son profesionales competentes y necesarios para evaluar, intervenir y prevenir en la salud de los ciudadanos de todos los grupos de edad, y además de ello, necesarios, tal y como lo reconoció la Ley de Salud Pública 33/2011. Durante el envejecimiento se producen grandes cambios no solo a nivel físico, sino también a nivel psicológico y social. La adaptación a algunos cambios normativos y otros no normativos, como: la viudedad, el duelo, la jubilación, el nido vacío, la abuelidad, el cuidado a personas en situación de dependencia, la propia dependencia, necesitan de la ayuda del psicólogo/a. Pero no hay que pensar que durante la vejez solo hay pérdidas. A lo largo de la vida se producen ganancias y pérdidas, y esto exige de las personas una continua adaptación.
El/la psicólogo/a es un profesional imprescindible para la atención a personas al final de su ciclo vital para ayudar en la promoción de un envejecimiento activo y para prevenir y atender en el caso de un envejecimiento patológico: mantenimiento de las capacidades cognitivas preservadas y las funciones cognitivas superiores (atención, percepción, memoria, lenguaje, razonamiento…); screening y cribado de las personas con enfermedad de Alzheimer; pérdidas de memoria, desorientación; prevención del deterioro cognitivo; atención a las demencias; atención a las alteraciones conductuales; adaptación a la pérdida de seres queridos; adaptación a la vida en solitario; depresión; adaptación a la vida en un entorno institucional; atención a las víctimas de situaciones de maltrato.
Partir de la biografía de las personas trabajando con sus historias de vida, es fundamental para integrar pasado y presente. En el Modelo de Atención Integral Centrada en la Persona (AICP), los psicólogos/as pueden intervenir atendiendo las necesidades individuales de las personas mayores y con los profesionales de referencia de cada uno de ellos.
En el abordaje integral a las personas que envejecen, la inclusión de los/las psicólogos/as en los equipos multidisciplinares es fundamental. En el caso de las Terapias no Farmacológicas, que ya han demostrado su eficacia (reminiscencia, revisión de vida, entrenamiento cognitivo, musicoterapia, validación, entre otras) el profesional de referencia es el psicólogo/a. En la elaboración del Plan de Atención o Cuidados individualizado, los datos sobre el estado cognitivo, estado emocional, la adaptación al centro, la historia social, los gustos y preferencias,…) se obtienen a partir de las entrevistas que realiza el psicólogo/a.
La promoción de hábitos y estilos de vida saludables y la prevención de patologías; el apoyo emocional de la persona en situación de dependencia, el cuidado al cuidador principal, el estrés de los cuidadores familiares, no profesionales y profesionales, el trabajo con la identidad personal de las personas mayores conforme avanzan en edad, son algunas de las competencias destacables en el rol profesional del psicólogo/a.
Las disciplinas son no solo la psicología del desarrollo o la clínica sino también la psicología básica, la neuropsicología, la psicología de la salud, la psicología de las organizaciones, y, por supuesto, la psicología social.
En el trabajo en residencias o centros de día, pero también en el trabajo de formación a lo largo de la vida, las guías y recomendaciones de los psicólogos/as son necesarias para orientar las tareas hacia un trabajo de mayor calidad.
Dra. Sacramento Pinazo-Hernandis
Presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología y Profesora de Psicología Social en la Universidad de Valencia